El precandidato Máximo Noriega, también fue víctima de la inseguridad que tiene sitiada a la capital del Atlántico.
Barranquilla está insegura, se siente, es notorio, es palpable. Los actos delincuenciales al orden del día, así lo demuestran, no es simple percepción, los barranquilleros se sienten inseguros.
El mes de enero cerró con 32 muertes violentas y una masacre en un establecimiento de comercio público, sin contar los heridos en desarrollo de los actos violentos y la ola de atracos a la que nos han sometido las estructuras delincuenciales.
De la misma forma como cerró enero, la ciudad recibió febrero, con ataques sicariales, fleteos y el accionar de los parrilleros hombres en moto, en sectores en dónde está prohibida esa circulación.
El jueves 2 de febrero, fue un día particular en Barranquilla. Los pistoleros nos están acostumbrado a que su accionar no tiene sitios particulares, ni vedados, atacan a plena luz del día, haya o no cámaras de seguridad con o sin presencia de transeúntes lo que representa un riesgo altísimo.
El atentado a bala contra un abogado en plena zona céntrica de la ciudad, en donde convive a diario mucha gente, existen cámaras de seguridad y se mueve el comercio, así como el ataque a bala que cobró la vida del ocupante de un vehículo en la rotonda de la calle 100 con carrera 53, es un mensaje claro y contundente de los actores violentos.
A este hecho, se suma un caso de fleteo en el barrio Alto Prado, además del más reciente acto delincuencial que involucra al precandidato a la gobernación Máximo Noriega Rodríguez, en una supertienda del barrio Villa Carolina, en dónde un presunto delincuente fue abatido por su esquema de seguridad.
La presencia de la Procuradora, la barranquillera Margarita Cabello Blanco en reunión con las autoridades, denotan la preocupación ciudadana. «Muchos barranquilleros me escriben preocupados y me dicen, doctora, Barranquilla nunca había estado tan insegura», fue su expresión.
Ante las duras y graves circunstancias que nos rodean, se afirma que llegaron 1.700 efectivos de la fuerza pública para frenar el delito en pre y carnavales. Sin embargo, pareciera que el temor nos consume.
Esperemos que nuestras autoridades, que hay que decirlo, han dado contundentes golpes, pero, que no han sido suficientes, puedan frenar a los actores violentos. Pero, sin duda, la misma ciudadanía debe comprometerse más con la denuncia.
El colmo fuera que en pleno carnaval tengamos que confinarnos… Amanecerá y veremos… Dijo el ciego..