A sus 82 años, falleció este sábado en la clínica general del norte en Barranquilla.
«Era jovial, dicharachero, charlador, pero, su gran virtud, un buen amigo».
Así define el ex alcalde de Barranquilla, Juan García Estrada, al maestro Adolfo Pacheco Anillo.
De hecho, el también exconcejal, es oriundo de San Jacinto, un pueblo enquistado en la Sabana de Bolívar, a la que tanto le compuso y cantó el maestro Pacheco Anillo.
Juan es solo una referencia, porque en la capital del Caribe, Adolfo dejó muchas anécdotas e historias.
El médico Otto Serje, por la década de los 80s, se hizo famoso cantando la historia de «El Mochuelo» del maestro Pacheco. Toda una poesía acompañada de acordes del vallenato autóctono, que rápidamente caló entre la generación de la época.
«El Mochuelo» que regaló Joche a Adolfo para su novia, quedó inmortalizado y los muchachos la cantábamos con la emoción de que la experiencia nos hubiese sucedido a nosotros. Sin duda una composición impregnada de la vivencia y la espontaneidad del Caribe, de esa a la que nuestro nobel, Gabriel García Márquez llamó estampa macondiana.
Más recientemente, cuando el famoso padre Alberto Linero «colgó» los hábitos y decidió «vivir la vida de otra manera», como expresa la composición «Me rindo majestad», otra vez, el maestro Adolfo se puso de moda. Se volvió costumbre cantarla y dedicarla.
El padre Linero, dijo por aquel entonces, que quería casarse, pero, no sabría decir que fue más impactante, si la afirmación del sacerdote o la composición del maestro Pacheco.
Debo confesar que tuve la oportunidad de cruzar algunas palabras con el maestro, especialmente cuando se desempeñó como secretario de la Asamblea del Atlántico. Me impactó de él, su esencia y naturalidad. Era original, su cachucha bacana y la genialidad del hombre sabanero.
Se fue el maestro, ya no está con nosotros, hace parte del álbum de los genios que vinieron a la tierra y dejaron raíces, se fue al encuentro ineludible con Dios, al descanso eterno, pero, para dicha nuestra y orgullo Caribe, nos dejó su hamaca grande.
iBuen viaje maestro «.
POR CARLOS TONCEL CADENA